A finales del siglo XIX, Rafael Padilla, un esclavo cubano que había trabajado en España como minero, limpiabotas y criado, llega a Francia donde empieza a trabajar en un circo.
Descubierto allí por el payaso y acróbata británico George Footit, este le ofrece formar un dúo de payasos insólito: Tootlit será el autoritario cariblanco y Padilla será Chocolat, el primer augusto negro en la historia del circo y las variedades. Su éxito es arrollador y durante dos décadas Chocolat es una de las figuras más populares en el París de la Belle Époque, un artista que llena teatros y hasta es requerido para que su rostro sirva de reclamo publicitario a diversos productos.
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